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PERICO DE LOS PALOTES CABALGA DE NUEVO
Navidad latitud cero

Haz clik para oir peces en el rio

Por: Cornelius Kircher Ph.D

Tutaina tuturumá tu taina tuturu mainá.

Villancico tradicional del caríbe

Son las doce y treinta de la tarde. Sol canicular, humedad 90%, temperatura 32 grados a la sombra. Estoy de visita en Barrancabermeja, Colombia. Fui invitado por la congregación de jóvenes ilustrados para la globalización de las tradiciones navideñas, o CJIGTV, quienes pretenden ilustrarme sobre algunas de las innovaciones navideñas que dicho grupo fomenta.

Lo primero que me aclaran los jóvenes activistas es que su móvil principal consiste en poner a Barrancabermeja al corriente de los vientos globalizadores.

-Basta ya de niños dioses, grita rabioso un joven de ojos saltones.

Me explican que es físicamente imposible -además de ridículo- que un neonato cargue con toneladas de regalos empacados en papel celofán.

-Imagínese lo patético y antiestético que pude resultar un bebé jalando una tonelada de regalos. No, no, no, aquí necesitamos algo creíble y más cercano a la juventud, a lo que se ve en la TV. Por eso hemos decidido adoptar la imagen más cosmopolita, más internacional, de Santa Claus. Dijo Fernando García, líder del CJIGTV. 

No lo pude soportar más y salí huyendo despavorido de Barrancabermeja.

Como demonios puede existir un grupo de insensatos de esa calaña. No hay nada más patético que un trineo jalado por Renos -animales que jamás se han visto por estas latitudes- colgado en el techo de una casa en Barranquilla; o la decoración nórdica, sobrecargada de nieve y pinos, que suelen utilizar los comerciantes en ciudades tan poco escandinavas como Cali o Puerto Inírida.

Estoy de acuerdo con los jóvenes radicales en el punto sobre la ridiculez de algunas concepciones tradicionales que vienen practicándose desde tiempos coloniales en Latinoamérica. Un ejemplo de lo anterior, y motivo por el cual el CJIGTV me invitó a su tierra natal, se encuentra detallado en un artículo que publiqué en el Berliner Morgenpost titulado "Deconstruyendo los villancicos tradicionales".

"En las sociedades latinoamericanas es común que la gente se reúna algunos días antes de la navidad para rezar la novena en casa de amigos o familiares. Una de las canciones preferidas por los comensales es el villancico titulado: "Los peces en el río". Dicha tonada nos sirve como ejemplo palpable de la falta de rigor lógico en los pueblos latinos. Dice la canción: 

´Pero mira como beben los peces en el río
Pero mira como beben por ver al Dios Nacido
Beben y Beben y vuelven a Beber
Los peces en el río por ver a Dios Nacer
´.


Al parecer, el autor solo estaba interesado en rimar la palabra río con nacido y la palabra beber con nacer. Poco le importó que los peces, en realidad, no beban agua, o que no exista la menor conexión lógica entre que unos peces beban agua, con el hecho de ver a Dios nacido. Por otro lado, si sobreintepretamos el texto, se podría argüir que probablemente los peces, a manera de festejo por tan magno acontecimiento, se encuentran bebiendo vino o aguardiente en su río. Sin embargo, dicha hipótesis solo confirmaría la mente retorcida y psicótica de su autor o del lector que propone tan paranoica interpretación.

Hace pocos días una señorita egresada del colegio bogotano, que con magnífica ironía fue fundado bajo el nombre de Nueva Granada, me comentó que la lógica del villancico se encuentra en el hecho de que el pez es símbolo del cristianismo. A primera vista me pareció una interpretación inteligente, pero después de pensarlo un rato, concluí que nada tenía que ver que el pez fuera el símbolo del cristianismo, máxime si tenemos en cuenta el siguiente argumento cronológico: El pez, por razones obvias, se convirtió en símbolo del cristianismo solamente después del nacimiento de Cristo ¿entonces, como demonios los peces podían ser autoconcientes de su propio simbolismo? (por no decir que poco importa que fueran símbolos a la hora de analizar su comportamiento errático)."

Cerradas las comillas, termino mi escrito deseándoles a todos los lectores una Feliz Navidad, libre de moscorrofios disfrazados de Papá Noel, villancicos salidos de mentes enfermas, pinos de navidad en Cartagena, vitrinas grafitiadas con navinieve o natillas con sabor a chocolate.

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